En la negra sombra que nos cubre, vivimos ciegos a la luz ,
las tinieblas no nos permiten ver las estrellas,
el ocaso hermoso que se vislumbra cada atardecer,
la luz del alba, que al cantar del gallo, se levanta cada amanecer.
La sola contemplación de la naturaleza
el trinar de los pajaros, el zumbido de la abeja,
la sonrisa de un niño, el canto de la tierra bajo nuestros pasos,
nos iluminan cada día, nos hacen conocer las verdades simples.
Más allá de nuestras debiles fuerzas,
más allá de nuestro fragil entendimiento
se alza imponente la mano creadora y divina
de nuestro padre y creador.
Cómo yo criatura simple, humana, debil, ante tu poderio,
oso herirte con mis pecados?
cómo puedo mirar hacia tu morada, con el alma en dudas?
cómo señor, con tanto amor, perdonas mis agravios?.
Solo tú padre celestial puedes, pues tú eres AMOR.

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