Mi alma gime, se acurruca en las lagrimas que deja la lluvia, que brota por mis ojos como alivio a mi corazón.
La soledad y la melancolia, se asemejan a sombras que caen cubriendo a mi paso, sueños, esperanzas e imposibles anhelos.
Sucumbe mi cabeza ante el peso de los pensamientos y se dobla mi espalda tras el peso de mi cuerpo cansado.
Vagan mis pasos buscando afianzar el rumbo, el cual se va alejando de a poco como el sol en el ocaso de cada atardecer.
Extiendo mi mano para alcanzar aquello que tanto ansio, y mi voz solo alcanza a gemir y a decir, quedate que más que alcanzarte, más que tocar tu cuerpo, necesito tocar tu alma.
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